miércoles, 18 de julio de 2012


 Arrebatos

Al reparar que no eres un ángel,
Sino perfectamente humana,
Cansino mi corazón sucumbe,
Para descansar en tu mirada.

Dulce sonrisa,
Léxico fino de porcelana,
Dulce murmullo el de tu voz,
Que exalta, la paz de mi alma.

Un andar emulsionado,
De fragancia salvaje,
En movimientos de pausada paz,
En dicotomía, que acaso infiera,
Sensible sabiduría.

¿Irás por el mundo dejando una estela?,
En la curvatura de tus labios,
En la amalgama de humanidad divina,
En un simple coloquio de cosas mundanas,
Puede acariciarse el mismo cielo.

¿Dónde estarás?,
¿Dónde aterrizaras, tu angelical estampa?,
¿A dónde he de esperarte?,
Bella y simple protea,
Que vuela con manos de hada.

miércoles, 25 de enero de 2012

Romeo

Así hablaba Romeo, parado sobre las dunas:

Corazón no poseo,

Las dagas hechas de su hielo,

Y el famoso veneno de su cielo,

Lo han enviado al exilio, arrancándolo de mi pecho.

He pasado largo tiempo,

Enredado en viejas lianas,

De los bosques del deseo,

Ornado por las espinas del desasosiego.

Ahogado en las profundas aguas,

Que coartan mi regreso,

Vil arroyo de lágrimas,

De los que han osado, acercar a ti un sentimiento.

Arden mis venas, del fuego de la sangre,

Si pudiera explotar y ser aire,

Sobrevolar, abrazarme a las nubes,

No volver a caer.

En el infierno de mi mente,

Arropado en brazos ajenos,

Que no son sus brazos,

Intento huir, lejos, muy lejos.

Así hablaba Romeo, parado sobre las dunas,

Del desierto de su alma,

Bajo un sol quemante,

En un eterno y doloroso lamento.


Acuarela.

Corro, caigo, siento el césped en mi cara, sonrío. Alzo mis brazos, acaricio el sol, pateo con ansias una vieja pelota, tropiezo en mil piernas, caigo y vuelvo a estar de pie.

No tengo frío, no estoy cansado, no me preocupa la luna ni sus encantos.

Me lanzo como un rayo al ver la camioneta de mi padre llegar, salto a sus brazos, el olor a tabaco de su camisa, hace picar mi nariz, y su barba pincha mi cara.

Lo acompaño hasta el comedor, esquivo a manchitas que salta para ensuciar un poco más mi remera de Dock Sud, mamá me reta, mama sonríe.

Vuelvo al patio, me hamaco un rato, juego con mis soldados de plástico, el General Kosaco, por fin conquista el imperio de la tierra de las lombrices.

La abuela me da un mate, esos con cáscara de naranja, y una caricia en mi maraña de pelos.

La esfera naranja se cae en el sótano del oeste, las tareas de la señorita Susana, me esperan en la mesa.

Protesto lloriqueando, cuando me empujan dentro y de efímera mala gana, termino mis quehaceres.

Sonrío con Popeye, y Tom y Jerry, para entregarme al berrinche antes de un baño reparador.

Por la noche me cobijo, esperando una caricia de mi madre antes de dormir.

Soy un niño, solo eso.

El muro blanco

El podría abrazarla, y embriagarse con el suave aroma de su cabello, jugar un instante con eso coloridos broches, que no la dejaban escapar para siempre de su infancia (acaso jamás dejase de ser la niña mas dulce que había conocido en su vida), o acomodar su larga trenza por detrás de uno de sus hombros.

Estando a centímetros de su cuello, podría acariciarlo con los labios, o susurrar a sus oídos palabras dulces.

Una rosa pálida agoniza en sus manos, despojada de espinas protectoras, se bambolea suave.

El silbido de los añejos arces, saludan al otoño, en una tarde de sol macilento, y nubes grises amorfas. Él ve detrás de sus lágrimas, y de sus empañadas gafas, tenues segundos de "su pasado mejor". Firme, en el último escalón de una oxidada escalera, haciendo malabarismos, con su alma huérfana, segregando un agrio padecimiento.

Él podría tomarla de la mano y caminar por senderos de luz, sin prisa, sin tiempo.

Estando a su lado, las piernas podrían hacerlo navegar sobre superficies de algodón, y elevarlo hasta donde los rayos de sol le regalasen una sonrisa.

Una joven paloma lo observa en silencio, interrogante y luego indiferente. Con sumo cuidado, él, baja, sintiendo el escurrir del alma en su estómago.

Desganado, retoma el camino a casa, en tanto y en sumo silencio, la lapida blanca, saluda sus pasos, hasta verlo desaparecer detrás de la arboleda.

LUNA DE CRISTAL..


Se descolgaba su sonrisa detrás de lágrimas,

Cuadro de texto:  Ojos azules, corazón, cúspide de una montaña,

Escalaron por él, buscando su alma,

Viajeros de la ilusión, locos de historias paganas.

Piel de seda, suave contacto de la naturaleza,

En rincones de astros luminosos de pasión,

Recorriendo una vieja historia,

Recorriendo tonos de una longeva canción.

Como el océano, brisa marina que ahoga,

Como el mismo sol , perdido y ardiente en tus ojos azules,

¿Cómo dejar de esperar bajo la lluvia?,

Si aún puedo soñar con tus aterciopelados labios.

Carrusel en escalas de grises,

Corceles de madera verde,

Una sortija para tu inapropiable corazón,

Porque por decir que te amo, jamás pediré perdón.

Llueve, y yo quisiera compartir una tarde contigo,

Observando el escurrir de las gotas en ávidas hojas,

Porque no me arrepiento, porque aún te siento.


El oro que vale ese lejano recuerdo,

No voy a decir adiós todavía,

Aún me queda una carta,

Del resto ya nadie se acuerda, y a nadie le importa.

¿Cómo dejar de esperar bajo la lluvia?,

Si aún te siento,

Si aún te extraño,

Si aún te amo,

Y no me arrepiento.

Biografía de Pedro de las Mercedes de la Marquesina.

Nacido hace muchísimo tiempo (medido en yardas atemporales, equivaldrían a infinito punto rojo en años terrestres), a orillas de un pequeño arroyo, cuna de cocodrilos y pirañas, en la profunda selva congoleña.

Pedro fue criado por una pareja de aldeanos congoleños que juran que lo encontraron luego de verlo bajar desde el mismísimo cielo a bordo de una supernova, vistiendo chiripa, un gorro violeta y una mochila de cuero en cuyo interior se encontraba un libro de instrucciones de cómo criarlo a modo terrestre.

De pequeño se dedicaba a criar sanguijuelas a las cuales criaba y amaestraba, para que se mimetizaran en forma de galletitas de chocolate, capaces de cobrar vida.

Esta actividad comercial le fue efímera por su poca rentabilidad, ya que. estos animalitos causaban escozor y asco a la mayoría de la gente.

Prontamente descubrió que el real negocio residía en el manejo de prostitutas de las aldeas aborígenes de la selva, a la tierna edad de cinco años terrestres Pedro ya poseía una cadena de casas de burlesque en todo el Congo.

A los siete años Pedro escribió “La teoría General e ilustrada de la astronomía genética,”, en dicha obra expuso que el hombre provenía del cosmos y que era un ser totalmente único y diferente a las demás especies terrestres existentes en el planeta.

En su desarrollo la teoría explicaba como las especies terrestres solo habían podido evolucionar hasta el mono y que por tanto muy probablemente Dios y King Kong fueran lo mismo separados por una insignificante disimilutidud de apariencia simionezca y delirante.

Pedro recién conoció a la civilización a los 28 años terrestres, hasta ese momento se había recluido en una casa de adobe y paja dedicarse a escribir diversas obras con el objeto de dejar un legado. A continuación se detallan algunas de sus obras;

1. “Recopilación de datos sobre la agonía de la ballena franca en un régimen comunista (año terrestre 723 a.C.).

2. “Diario de un chef vegetariano a orillas del Danubio, al reparo de los rayos ultravioletas”.

3. “Como subsistir al embate de las multinacionales (“el caso de Juan de la Cruz Moneda”)”.

4. “Teoría de la relatividad para cerebros con capacidad asistida”.

Una vez llegado a la civilización fue imposible dar con su paradero pues como todo antihéroe heroico Pedro se movió de un lado a otro por la tangente del tiempo, enarbolándose firmemente contra el reconocido Zen Bonnacorssi, naciendo así una desmesurada lucha entre dos contendientes enmarcados en la línea de antihéroes heroicos y dentro de la misma como dos ineludibles referentes.

Pedro ante la presencia de Zen se aboco con esmero a la búsqueda de discípulos.

Fue de esta manera como se dio el encuentro entre dos grandes: Pedro de las Mercedes de la Marquesina y Edwin Querubín Tenorio, bajo la torre de Eiffel. Allí tenorio (un muchacho pelirrojo) vendía panchos en un pequeño puesto, cuenta una historia que no es tal, que al verlo pedro se saco su sombrero y dijo:

_”He aquí la mostaza a tu pancho” “He de ser yo el aderezo que haga a tu obra mas sabrosa”, “hijo he aquí tu padre, os imploro que vuestra inteligencia se una a mi obra”.

Dueño de un intelecto que no es tal, sin fronteras pero con aduanas, Pedro comenzó a desandar un camino de profundas luchas y frustraciones. Alguna vez Niezstche dijo: “Hay que tener un caos dentro para dar a luz a un universo” y Pedro es eso, un paquete de velas húmedas prestas a ser encendidas en caso de un apagón.

מלאך

En tus ojos hay un mundo,

Donde la verde esperanza riega el cielo,

En tu mirada hay lugar para soñar,

Y una plataforma que invita a echar a volar.

Cayendo, el vacío me atrapa,

Hundido en la inercia,

Gravedad que me arrastra,

Al cristal de tu alma.

Es tu sonrisa, el ojo de una tormenta,

Que nubla en su dulce bamboleo,

Las fuerzas de mi resistencia.

Ahí va el cerebro encandilado,

Entre voces de ángeles, rondando su espacio,

Sabe que pronto va a caer,

Tan solo quiere caer.