viernes, 28 de enero de 2011

EL SICÓPATA

_¡¿Qué con que sueño?. Su semblante pareció cambiar por solo un instante, su sonrisa opaca asustó un tanto al joven doctor, que lejos de dominar la situación estaba a punto de echarse a temblar como un verdadero maricotas.

_Sueño con salir de esta cárcel de valiums y jeringas, ir hasta tu casa acostarme con tu mujer, provocarle su primer orgasmo desde que está casada contigo, después desollarla y hervirla durante quince minutos, beberme su sangre y cenar sus firmes senos.

El silencio se elevó por sobre el cuarto, eran cerca de las tres de la tarde y la sesión que había comenzado hacia algo más de dos horas y media, parecía conducirse inexorablemente a un tacho.

La pequeña habitación contaba solo con una mesa, dos sillas y un enorme reflector por encima de éstas, poseía además tres paredes y un enorme vidrio blindado a través del cual y desde una habitación contigua las autoridades del establecimiento y un juez observaban impacientes; una enorme puerta de acero con cierre electrónico a tarjeta la separaba del exterior.

El doctor (su nombre era Ernest Opserc), tomó un respiro y a sabiendas de que solo tranquilizándose podría dominar la situación, dejó súbitamente de temblar y retomando el dominio de si mismo respondió:

_¡Buena respuesta!, pero no creo que con tantos valiums tu cosa pueda pararse, además si tan solo dejarías de lado esos berrinches de adolescente sediento de sexo, yo podría conseguirte una linda chica, ya ves, todo depende de ti, ahora solo contéstame y tus beneficios vendrán solos.

_¿Con qué sueñas?.

_¿Tienes un cigarro?.

Ernest, sacó un paquete de Gold Lef de su bolsillo y le extendió uno hasta su boca (estaba atado), después se lo encendió con un elegante encendedor de oro que tenía grabadas sus iniciales.

_¿Quién te regaló eso?.

_La mujer que espera ansiosa para que le des su primer orgasmo, aunque Bill, para hacer honor a la verdad no creo que le interese en lo más mínimo ser tu cena.

Bill Satlink sonrió, era su primer sonrisa vacía de ironías en mucho tiempo, y fijando sus ojos en el muchacho contestó:

_Está bien eres un muchacho divertido y por lo que veo tu esfuerzo por no salir corriendo ha dado un buen resultado.

Bill Satlink tenía cuarenta y tres años, era de origen inglés aunque sus toscos modales no lo denotaran, había estado preso durante cinco años por violar a una monja en el Estado de Illinois, cuando apenas tenía dieciocho, pero lejos de recomponerse después de salir, se convirtió en el asesino serial más buscado del país, y luego de matar a cuarenta y cinco mujeres de entre quince y setenta años (a las que también violó sin excepción alguna), fue detenido mientras intentaba violar a una agente federal que encubierta le había tendido un trampa.

Intempestivamente rompió el silencio;

_Sueño con que no soy quien soy, que soy el que sueño ser, que vivo en una pequeña cabaña en una desierta montaña, y paso mi tiempo esquilando ovejas, ordeñando vacas y cultivando una pequeña plantación de Marihuana, que por las noches leo Hammlet, y ni siquiera toco mi pene cuando orino.

_¿Sabes cuantas veces por día me masturbo Ernest?,sin esperar respuesta alguna prosiguió; _ siete, siete jodidas veces sacudo mi penacho hasta vaciar mis testículos, ahora respóndeme tú; _¿Con qué demonios crees que se puede soñar estando en este maldito lugar? Pues yo voy a responderte, se sueña con ser libre, con caminar por la calle sin que nadie te señale por como hueles o estás vestido, con comer un maldito trozo de carne caliente con papas y no esa agua de radiador con fideos que te sirven aquí, con tomar un buen vino, y fumar un habano gigante después de haberle hecho el amor a una joven de diecinueve años rubia y bonita.

El doctor esperó unos segundos en los cuales el silencio volvió a adueñarse del sitio y luego retomó el diálogo:

_Yo suelo masturbarme mientras me ducho luego de hacer el amor, creo que es una buena forma de limpiar las cañerías ( su tono cargado con una pizca de complicidad, provocó una carcajada en Bill).

_¡Si que eres bueno muchacho!, visto desde ese punto de vista me dejas como el hombre más higiénico del planeta.

_¿Sabes algo? De pequeño antes de pervertirme, soñaba con ser sacerdote, (la risa ahora había cambiado de dueño), no, en serio, no te rías, yo veía al Padre Francis en la parroquia de mi pueblo, siempre bien vestido, bien comido, perfumado, manejando un viejo pero lujoso Chevrolet, y me decía:

_ Bill tienes que aprovechar el amor de Dios y entregarte a sus cómodas exigencias, ¡si hasta puedes hacer como el bueno de Francis y tener sexo con la viuda más rica y hermosa del pueblo!.

_Pero aquí me tienes, creo que debería haberle hecho más caso a mi Bill sensato y no entregarme tan fácilmente a las garras de mi yo animal.

Ernest comenzaba a animarse, su táctica estaba dando resultado, había logrado lo que otros treinta antes que él no habían podido;

_Dime Bill ¿Qué piensas de la vida?.

Satlink, que había descubierto en los ojos del muchacho, su seguridad creciente, puso su rostro lo más tosco posible y cambió nuevamente su tono de vos;

_No tan rápido muchacho, no subestimes a esta osamenta humana, que hayas logrado de mí una sonrisa no te da todavía una victoria.

_No te subestimo, ¡vamos!, crees que gano algo con subestimarte, sé que si lo hago pierdo mi única posibilidad de hablar contigo.

Iba a proseguir pero Bill lo interrumpió;

_¿Por qué?, ¿Qué buscan?, lo importante ya lo saben, soy un maldito pervertido que gozaba fornicando con mujeres a las que acababa de violar y matar, eso es todo, no hay más no hay nada más que eso, estoy loco, eso dijeron en la corte, y por eso me trajeron aquí, aunque no estoy lo suficientemente desequilibrado pues sino no comprendo porque van a freírme el martes.

Se produjo un corto silencio, Opserc, viéndose nuevamente en aprietos recurrió a todo su esfuerzo, y intentando reencarrilar la conversación se dijo en voz alta;

_¡Estúpido Ernest, siempre malogras los frutos de tu propio esfuerzo!.

Un signo de interrogación se abrió en la cara de Bill, pero el doctor haciendo caso omiso a la atención de éste, prosiguió;

_Mi madre solía decirme, que era de todas las personas que conocía la más apta para arruinar algo después de haberlo logrado con mucho esfuerzo, que cada vez que me entregaba con esmero a algo, cuanto más fuese este más rápido arruinaba el logro.

_ Bill realmente lo siento, no se como excusarme, es que estoy realmente interesado en comprender tus porques, y creo que solo de esta manera podré lograrlo, y en cuanto a tu pregunta de para qué me serviría a mi o a esas personas que están detrás del vidrio (lo dijo señalando con desgano al mismo), conocer tus móviles, la respuesta es sencilla, y presta atención por que voy a hacer gala de mi mayor sinceridad, lo que hacemos es estudiar mentes conflictivas como la tuya con la esperanza de lograr herramientas que nos permitan elaborar tratamientos acordes para aquellos que se encuentren en situaciones similares a la que a ti te atañe, y siendo aun más ambiciosos nuestro fin último es detectar individuos con tu problemática y prevenir cualquier acto delictivo que puedan cometer.

La sensación de Ernest Opserc, al terminar de hablar era que acababa de cavarse su propia fosa, cerró sus ojos y esperó que su exceso de sinceridad terminara en un sonora carcajada del hasta ese momento estupefacto psicópata; sin embargo nada de eso ocurrió, y por el contrario el respetuoso silencio de quien lo escuchaba solo se vio interrumpido por un ataque de tos producido al tragar el humo del filtro del Gold Leaf que acababa de consumirse en su boca.

_ Podrías alcanzarme un vaso de agua, creo que mis pulmones están hartos de mi desobediencia y quieren abandonar el cuerpo antes de tiempo.

Ernest le alcanzó el vaso lo mas prestamente posible, y esperó tranquilamente al borde de la mesa.

_ Pues bien muchacho, te diré lo que tú y tus amigos de allí afuera quieren escuchar. Yo no sé cómo empezó, pero de un día a otro, sentí una necesidad imperiosa de venganza, estaba harto de que cada mujer que cruzaba en la calle me mirara con repugnancia, o con temor, de que cada vez que yo me acercaba a alguna para pedir cosas tan simples como un dólar o la hora, huyeran despavoridas. Entonces supe con certeza de que poco a poco había comenzado a odiar al cualquier especie del género femenino, y que solo haciéndoles daño podía mitigar esta terrible sensación de marginación que se había apoderado de mi corazón, fue así como una noche después de interminables debates internos con mi Yo sensato, ataque a mi primer víctima en un callejón, olvida a la monja por que eso fue por odio a Dios con la monja en si no tenía nada, lo que pasa es que un camión acababa de atropellar y matar a Joseph (el era mi hermano menor Ernest y ¡te juro que escapaba a toda la mierda que nos rodeaba, el si hubiese escapado de todo esto, tenía talento, tenía un gran corazón!), fue tal mi impotencia que no encontré mejor forma de vengarme de Dios.

Esta chica era una rubia muy bonita que trabajaba como camarera, en un bar del cual solían echarme cada vez que osaba arrimar mi osamenta a sus vidrieras.

Esa noche hacía un calor insoportable y cerca de la medianoche la vi salir de su turno, recuerdo que llevaba una minifalda rosada, y una pequeña musculosa blanca que hacía que sus enormes senos se bambolearan como invitándome a comer. ¿Me das otro cigarro Ernest? .

Después de aspirar la primera bocanada y tomarse el pecho casi instintivamente, prosiguió;

_ Como te decía, hacía mucho calor y yo sentía una excitación tan grande como creo que nunca más habré de sentir, ni aun si logro provocarle un orgasmo a tu mujer (dijo esto último en un tono tan peculiar que Opserc tuvo que inevitablemente ceder a una pequeña sonrisa), no en serio tenía una erección que casi penetraba mi pantalón, y hasta me hacía dificultoso el caminar, los latidos de mi corazón parecían el redoble del tambor que despierta cada mañana a nuestros "amados marines", (¿te has puesto a pensar que esos imbéciles asesinos escudan tras sus "honrosos" uniformes una perversión criminal inigualable?), bueno, no importa eso ahora, guarda tu respuesta para otro momento. Ya te dije que hacía mucho calor y que transpiraba como un cerdo, pero no que la jovencita de pechos prominentes estaba borracha como una cuba, y que si yo hallaba dificultoso marchar, ella no me iba muy en zaga. Creo que la seguí dos o tres cuadras, y casi llegando la avenida principal la aborde por la espalda, y la arrastre hasta el callejón, no voy a contarte lo que le hice, pues está en mi expediente y por ende ya lo sabes, lo único que allí no figura es su estado de ebriedad (algo que no entendí es porque su graduación alcohólica no fue develada en la autopsia, tal vez ocultar este detalle volvía aun más brutal mi proceder y no es que me esté justificando puedo asegurarte que sabía muy bien lo que hacía, pero mi yo sensato estaba demasiado asfixiado bajo mi odio como para poder salvarme), y déjame decirte algo más, por como estaba yo esa noche, si la chica hubiese estado sobria jamás la habría alcanzado y quien sabe, tal vez ni siquiera estaríamos aquí en este momento.

Su voz se diluyo lentamente, y mientras sorbió ávidamente del vaso que reposaba sobre la mesa.

_¿Qué sentiste luego?.

_ ¡Oh Ernest!, ¿me creerías si te dijese que fui el hombre más feliz del mundo?, mi apetito sexual estaba saciado, mi sed de venganza mitigada, y mis cinco sentidos totalmente destapados.

_¿Por qué la mataste?, ¿Acaso te reconoció?.

_ Fue simplemente odio y por odio volví a hacérselo después de muerta, y por ese mismo motivo destaparía su cajón en este momento y volvería a hacérselo, ¡y créeme que lo disfrutaría tanto como aquella vez!.

_¿Te sorprendes Ernest?, ¿acaso no has sentido odio alguna vez?, Bill había comenzado a levantar el tono de su voz, _ ¿eres demasiado buen muchacho para odiar, no?, ¿Te crees mejor que el resto?, Déjame decirte algo, eres igual a ellos (señalalando enfurecido el vidrio) solo piensas en terminar con esto y ya, tomar tu lujoso Ford y marcharte a tu bonita casa en un barrio residencial.

_Pues sabes una cosa eres un estúpido, no sabes nada, idiota, crees tener mundo por los mugrosos libros que tragaste en tu Universidad, pero solo la vida enseña el resto es basura, tan basura como esta patética charla que hemos mantenido hasta ahora.

Bill se silenció, una densa atmósfera cubrió la habitación, pero Ernest no se intimidó.

_Bill, siento haberte importunado con mi pregunta, y será mejor que nos tranquilicemos; mira, en tres días irás a la silla eléctrica, y todo lo que aquí hablamos puede o no ayudarme, sé que no te interesa en lo más mínimo mi trabajo, pero debo decirte que el hablar contigo me ha servido muchísimo para mi carrera, entenderé si prefieres retirarte a descansar o a lo que sea, pero ten en cuenta que en este momento voy a pedirte encarecidamente que me contestes una última pregunta, solo está en ti aceptar o no responderla.

_¿Crees en Dios?.

La sonora carcajada que había esperado Ernest otrora, se produjo, y fue tan larga como puede serlo, y tan sarcástica como también puede serlo.

_ ¡Ay, muchacho, no podías mostrarte más ingenuo, acabas de decepcionarme!, Dios no existe del lado del mundo donde nací, y crecí, tampoco el diablo, solo el hombre, y su odio, su marginación, su pobreza, su violencia, su desamparo y su desesperanza, de donde vengo no hay lugar para mitologías, todo es realidad, y de la más cruel que se te ocurra.

Ernest lo interrumpió: _ Pero nombraste al Padre Francis.

_ El padre Francis era un verdadero hijo de puta, que no tenía la más mínima intención de mostrarnos a "su" Señor, estaba demasiado ocupado contando el dinero del diezmo como para ayudar a alguien, y el resto del tiempo dormía, sino en su cama, con alguna viuda rica, en el confesionario escuchando a estúpidos que como tú creen en un ser superior.

_Dame otro cigarrillo muchacho, este pedazo de osamenta a punto de ser electrificado, no puede con su maldito vicio.

_¡Es buen tabaco chico!, ¿podrías conseguirme un par de paquetes?. Ernest asintió con una sonrisa.

_ Dios no es más que una ilusión, que algún adepto al opio de la antigüedad tuvo. No existe tal cosa, no hay nada ni nadie perfecto en el Universo, estamos solos suspendidos sobre un trozo de tierra por encima de un vacío infinito, ¿sabes?, existe un tremendo paralelismo entre el mundo y el ser humano, nuestro cuerpo es como el planeta, y nuestra esencia interna es el universo, vivimos pendidos de un hilo para no caer, y cuando caes te ocurre lo que me ocurrió a mi, te depravas o simplemente te suicidas, que no son más que dos meras formas de llegar a un mismo final.

_¡Es un muy buen paralelismo Bill!, pero creo que todo hombre debe creer en algo, no concibo la vida sin fe, en lo que sea, es como una forma de catarsis, cuando las cosas marchan mal, siempre es bueno tener a alguien para echarle la culpa..

_Mira Ernest, ya te lo he dicho, de donde vengo, solo puedes creer en ti mismo, y ten por seguro que si algo sale mal, el culpable no será otro que tu mismo.

Se tomo un pequeño respiro y continuó;

_ En todo lo que ha pasado, en cada mujer que maté, es muy fácil encontrar el culpable, pero nadie repara en la verdadera víctima, dicen que estoy enfermo, pero soy lo suficientemente cuerdo como para freírme en una silla, ahora dime ¿quién reparó en mi tortura interna?, ¿quién fue testigo de mi dolor?, ¿quién puede afirmar que no luché hasta caer rendido con mi Yo sensato echo trizas?, Si alguien reparó en todo eso, y aún así no puede ver en mi a la víctima que veo yo, entonces te diré que estoy en lo cierto, que no existe a quien echarle la culpa, que estamos, estaremos y nos moriremos solos.

Ernest suspiró, _ Bill creo que hemos terminado, mañana veré que te envíen los cigarrillos, espero que en este tiempo que te queda puedas encontrar la paz, y solo voy a decirte algo, si en el fondo de tu corazón puedes llegar a arrepentirte, ten por seguro que ese Dios al que niegas te dará otra oportunidad.

Ernest salió del cuarto pensando en cada una de las palabras de la charla, y al llegar al patio del neurosiquíatrico, supo que este momento le sería difícil de olvidar.

En la carretera de retorno a casa, la música de su estéreo lo fu alejando lentamente de lo que acababa de vivir, y lo depositó paulatinamente en recuerdos de su juventud. Cuando llegó a casa, se duchó y se recostó en su cama, al cabo de unos minutos dormía pensando quien era el victimario de su vida.

Recién pasada la medianoche despertó, un frío sudor le recorría el cuerpo, había tenido una pesadilla, en la cual abusaba de una rubiecita de diecinueve años, y no solo se sentía excitado, sino que no recordaba haberse sentido mejor antes

El Dogo

La bruma se enreda en rocas gastadas, mientras el sol se despega ociosamente en el horizonte. El reloj apenas ha dado las 6 y ambos mantienen en sus bocas el gusto de una noche más.

_ ¡Te dije que no era por acá!, ahora ese perro de mierda nos va a comer los tobillos.

Mirko aspira una bocanada de aire áspero y clava la vista en su amigo.

_ ¡Otra ves quejándote! (dice en tono divertido), pareces una nenita, mirá, el perro está en la otra cuadra, lo que pasa que la droga te esta quemando hasta el sentido de orientación.

Ambos sonríen son muy distintos, pero amigos desde la infancia.

El camino ondulado los lleva en medio de precarias viviendas, detrás de tanto humo y basura que se les hace complicado respirar.

Un gruñido como venido de ultratumba los hace virar, entonces aparece él;

_ ¡Te dije hijo de puta corré! (grita Pablo)

Ambos corren desesperados, mientras detrás de ellos un enorme dogo astilla sus dientes mordisqueando el aire.

_ Ja ja ja ¡te dije que era por el otro lado!

Pablo es mucho más rápido que Mirko pero está demasiado ebrio para demostrarlo, ambos corren a la par, sin saber bien por donde escapar.

Pronto quedan de frente a un tejido que da a las vías, como pueden saltan y caen del otro lado extenuados, mientras el can arremete furioso contra el endeble tejido.

_ ¿Qué hora es? Mirko ensaya su mejor cara de "aquí no ha pasado nada", sabe que su amigo le recriminara toda la semana este error.

_ No sé, no me rompas me voy a dormir.

Mirko ve la espalda de Pablo alejarse hasta que el reflejo del sol lo enceguece, mañana será otro día es mejor regresar (piensa).

Cansinamente vuelve sobre sus pasos, camina media cuadra y observa como el dogo que se ha dormido frente al tejido mantiene en su boca un riñonera negra que hasta hace tres minutos colgaba en la espalda de su compañero de andanzas, que seguramente lamentaría profundamente la perdida, cuando buscara en ella los “fasos” al día siguiente.

Al cabo de quince minutos Mirko yace tendido cuan largo es en su cama, frente suyo una rubia en un diminuto bikini lo observa desde un almanaque, acaba de terminar el 10 de abril...

26 horas después.

La habitación huele a alcohol, es pequeña, apenas caben en ella una cama una mesa de luz y un ropero, quedando solo un pequeño espacio que conduce hasta una destartalada puerta.

La ventana que da a la calle se mantiene herméticamente cerrada impidiendo el paso del más tenue rayo de luz.

Un fuerte golpe lo despierta, es su tía:

_ ¡Atorrante despertáte te busca la policía!, ¡¿qué carajo hiciste ahora?!

Mirko aun está demasiado dormido como para entender lo que pasa, y sin poder despegar la cabeza de la almohada ve caer la puerta de la pieza a su lado.

Cinco hombres uniformados irrumpen intempestivamente tomándolo de su cabello y sacándolo a la rastra por el piso.

Mirko a duras penas, a través de las hendijas del pulóver que han puesto en su cabeza, puede ver el sol al salir de su casa mientras lo arrojan violentamente a un patrullero, el policía que lo acompaña en el asiento se encarga de hacerle perder el conocimiento golpeándole el hígado con su bastón provocándole tal dolor que lo hace desmayar.

Despierta en lo que parece una sala de interrogatorios con sus manos esposadas, gusto a sangre seca en la boca y su hígado aun maltrecho por el golpe.

Como puede se sienta junto a una pequeña mesa de metal en una diminuta habitación sin vidrios ni ventanas, una cámara que pende de la pared opuesta a él lo filma.

Mirko está realmente confundido si bien ya había estado detenido mas de una vez (siempre por hurtos pequeños) nunca con tal grado de violencia policíaca, además sabe que no ha hecho nada al margen de la ley desde hace cerca de cuatro meses por consejo de su abogado para evitar un par de años “dentro” de algún penal por reincidente. El ruido de una puerta a sus espaldas y de pasos acercándose a él lo despejan, al cabo de un instante un grupo de agentes se paran frente suyo.

_ ¿Mirko Szhuarzman?

Mirko sonríe; _ podrían haberme preguntado eso antes de traerme acá ¿no?

El agente más cercano le da un golpe en la cara con el revés de su mano:

_ ¡No te hagas el vivo pendejo! Mira que acá lo que nos falta es paciencia para los reos como vos.

La sangre empieza a brotar de la comisura de los labios de Mirko, quien sorprendido y empezando a asustarse apenas alza la voz;

- Perdón pero alguien podría decirme ¿porqué estoy acá? El agente que lo había golpeado tomo la palabra;

_ ¿Que hiciste antes de anoche?

En medio de su confusión Mirko se enfoca para recordar lo vivido la noche anterior.

_ Fui a tomar algo con un amigo en el kiosco del turco ahí en la avenida y la 28, le pueden preguntar a él, si llamen a Pablo Gómez el estaba conmigo y puede decirles que no miento.

_ ¿Así que estuviste con Pablo Gómez?, ¿y cuando fue la última vez que lo viste?

Solo uno de los cuatro agentes le habla mirando fijo a sus ojos, el resto espera a un costado agazapados como prestos a golpearlo a rabiar ante la mas mínima orden.

_ Ayer de mañana, volvimos de lo del turco, yo me fui a casa y el a la suya como a las seis y media o siete, desde entonces estuve durmiendo hasta que ustedes me despertaron hace una rato.

_ ¿Donde lo viste por última vez?

_ En las vías a la altura de la fábrica de soda que esta en la 15.

_ ¿Discutiste con el?, ¿pelearon?

_ No señor solo nos despedimos y el se fue a dormir a su casa y yo a la mía.

Mirko empezaba a asustarse realmente

_ Señor ¿le pasó algo a Pablo?

_ ¿Acaso tendría que haberle pasado algo?

El sonido de la puerta abrirse y un grueso vozarrón irrumpen en la escena:

_ ¿¡Pero qué hacen!? Ya mismo se retiran, les dije que no hablaran con el hasta que yo llegara. Los cuatro agentes se marchan rápidamente y en un segundo Mirko se halla cara a cara con un hombre de unos 40 años, que mide casi dos metros, de mirada penetrante y un tono de voz que denota su áspero carácter.

_ ¿A ver pibe que tenés para decir?

Mirko lo observa pasmado y no entendiendo siquiera que hace ahí le devuelve una mirada llena de miedo y resignación, sin embargo reprimiendo el pánico habla entre dientes:

_ No se señor..., (iba continuar cuando el enorme brazo del inspector descarga un terrible golpe contra su cara).

_Mira nene, no te hagas el vivo conmigo, decime que paso,

Mirko transfigura su semblante, su palidez termina por confundir al inspector.

_ Bueno pibe, el tema es así encontraron a Pablo Gómez, muerto momificado en un arroyo lindero a las vías del tren, como sabrás, por ser su amigo, hacia tres meses que lo estábamos buscando.

Mirko cree enloquecer,

_ ¿Como dice señor? Anoche estuve con él debe ser un error.

El oficial se volvió hacia el con una terrible violencia, lo levanta tomándolo de sus ropas por encima de la mesa y lo arroja al piso.

El joven esta aterrado, no alcanza a ponerse de rodillas cuando recibe un terrible puntapié en el estomago.

_ ¡Ah no pendejo a mi no me la jugás de loquito! Yo mismo te tome declaración hace tres meses cuando hiciste la denuncia de la desaparición de tu “amigo”.

_ ¡No se de que me habla señor le juro que yo estuve con Pablo anoche...,!.

No puede hablar mas una catarata de puñetazos en la cabeza lo deja inconsciente.

Cinco horas después despierta, totalmente mareado, en una celda pequeña muy confundido y dolorido; ¿cómo era posible?, ¿Pablo muerto?, ¿desaparecido hace tres meses?, ¿sería un error?, no era probable tal cosa, pero además, el jamás había estado en esta comisaría y no había hecho denuncia alguna, ¡por el amor de dios se había drogado con Pablo hacia cuarenta y ocho horas! ¡Era todo un absurdo malentendido!

Cerca del mediodía dos guardias lo llevan a empujones hasta una celda contigua.

El doctor Zúñiga Molinares (su abogado) lo espera sentado a una pequeña mesa rodeado de papeles, al verlo, se pone de pie y así lo espera.

Los ojos de Mirko desorbitados, rojos de miedo y de cansancio, parecen hallar reparo en la amigable mirada del letrado.

_ ¡¿Qué hiciste Mirko?!

El semblante del joven palidece bruscamente, y abriendo sus ojos interrogativamente, pregunta;

_ ¡¿Qué hice doctor, por Dios, que hice?!

_ Mirko estas muy complicado, lo mataste y no solo eso además lo momificaste, ¿por que?

Mirko lanza al aire un amargo llanto, está aterrado, confundido, entre gemidos y sollozos, le cuenta al letrado de la última noche, del dogo y de cómo había vuelto a su casa y dormido hasta que lo apreso la policía, entonces casi al borde del desfallecimiento recuerda:

_ ¡La riñonera doctor! Si, él perdió la riñonera, la tenia el dogo, si la puedo encontrar entonces sabrán que no he mentido.

Zuñiga lo mira con desconfianza;

_ ¿Me estas diciendo que hace 48 horas estuviste con Pablo y que puedes probarlo si vamos y le sacamos una riñonera a un dogo?

_ Sí.

_ No podemos Mirko, lo que me decís es imposible, por favor se sincero, vos mismo fuiste a verme hace dos meses preocupado porque había desaparecido tu amigo.

_ Entonces el turco doctor, el estuvo con nosotros fuimos a su kiosco…

Zuñiga lo interrumpe:

_ ¡El turco cerro su kiosco hace un mes!, Basta nene decime que paso en verdad si querés que te defienda.

Mirko se desploma dando un profundo respingo de desesperación, y enfurecido, toma del cuello a su abogado.

_ ¡Eso es mentira!, ¡Esto es una trampa!, ¡Sáquenme de acá por Dios!

Tres inmensos guardias ingresan al lugar y lo sacan a puñetazos conduciéndolo hasta la celda donde vuelven a golpearle hasta quebrarle un par de costillas.

Mirko se duerme inmerso en un profundo llanto.

Días después el doctor Zúñiga Molinares, abandono el caso, el Estado coloco un abogado pues nadie de la familia de Mirko quiso cargar con la “vergüenza social” qué les representaba tener un asesino dentro de la misma.

Su tía hizo una presentación ante la justicia desligándose del muchacho y por ende nadie mas quedaba como lazo sanguíneo de Mirko pues sus padres habían muerto un par de años atrás.

El joven fue analizado por unos siquiatras antes del juicio quienes no encontraron nada raro en él, por lo cual fue llevado a la corte y condenado a 53 años de prisión.

Mientras tanto en un viejo galpón junto a una chimenea, yace un enorme dogo con una arruinada riñonera entre sus dientes.

Inercia

¿Quién avistará tu marchar?

¿Cuánta vida tendrán los recuerdos?

Cuando la espalda se ponga al frente,

Y se abra un nuevo camino a los pies.

¿Qué pasa al jaquear la seguridad, para apostar?

En pos de algo no tan claro, que puede ser irreal,

¿Qué pasa cuando se vuelven difusas las ideas?,

Y los sentimientos se ocultan en las penumbras del alma.

Fluctúa el pulso,

Vibra la sien,

La sangre fluye,

Agitando la respiración.

¿Podrás dormir?

Cuando en la embravecida mente,

Las ideas bullan, contraponiéndose.

Y ya nada sea claro.

¿A dónde vas, queda espacio para desplegar las alas?

¿Quedan cumbres que escalar?

¿Sabores a probar?,

¿Quedan sueños por soñar?

¿A dónde vas?...