viernes, 28 de enero de 2011

El Dogo

La bruma se enreda en rocas gastadas, mientras el sol se despega ociosamente en el horizonte. El reloj apenas ha dado las 6 y ambos mantienen en sus bocas el gusto de una noche más.

_ ¡Te dije que no era por acá!, ahora ese perro de mierda nos va a comer los tobillos.

Mirko aspira una bocanada de aire áspero y clava la vista en su amigo.

_ ¡Otra ves quejándote! (dice en tono divertido), pareces una nenita, mirá, el perro está en la otra cuadra, lo que pasa que la droga te esta quemando hasta el sentido de orientación.

Ambos sonríen son muy distintos, pero amigos desde la infancia.

El camino ondulado los lleva en medio de precarias viviendas, detrás de tanto humo y basura que se les hace complicado respirar.

Un gruñido como venido de ultratumba los hace virar, entonces aparece él;

_ ¡Te dije hijo de puta corré! (grita Pablo)

Ambos corren desesperados, mientras detrás de ellos un enorme dogo astilla sus dientes mordisqueando el aire.

_ Ja ja ja ¡te dije que era por el otro lado!

Pablo es mucho más rápido que Mirko pero está demasiado ebrio para demostrarlo, ambos corren a la par, sin saber bien por donde escapar.

Pronto quedan de frente a un tejido que da a las vías, como pueden saltan y caen del otro lado extenuados, mientras el can arremete furioso contra el endeble tejido.

_ ¿Qué hora es? Mirko ensaya su mejor cara de "aquí no ha pasado nada", sabe que su amigo le recriminara toda la semana este error.

_ No sé, no me rompas me voy a dormir.

Mirko ve la espalda de Pablo alejarse hasta que el reflejo del sol lo enceguece, mañana será otro día es mejor regresar (piensa).

Cansinamente vuelve sobre sus pasos, camina media cuadra y observa como el dogo que se ha dormido frente al tejido mantiene en su boca un riñonera negra que hasta hace tres minutos colgaba en la espalda de su compañero de andanzas, que seguramente lamentaría profundamente la perdida, cuando buscara en ella los “fasos” al día siguiente.

Al cabo de quince minutos Mirko yace tendido cuan largo es en su cama, frente suyo una rubia en un diminuto bikini lo observa desde un almanaque, acaba de terminar el 10 de abril...

26 horas después.

La habitación huele a alcohol, es pequeña, apenas caben en ella una cama una mesa de luz y un ropero, quedando solo un pequeño espacio que conduce hasta una destartalada puerta.

La ventana que da a la calle se mantiene herméticamente cerrada impidiendo el paso del más tenue rayo de luz.

Un fuerte golpe lo despierta, es su tía:

_ ¡Atorrante despertáte te busca la policía!, ¡¿qué carajo hiciste ahora?!

Mirko aun está demasiado dormido como para entender lo que pasa, y sin poder despegar la cabeza de la almohada ve caer la puerta de la pieza a su lado.

Cinco hombres uniformados irrumpen intempestivamente tomándolo de su cabello y sacándolo a la rastra por el piso.

Mirko a duras penas, a través de las hendijas del pulóver que han puesto en su cabeza, puede ver el sol al salir de su casa mientras lo arrojan violentamente a un patrullero, el policía que lo acompaña en el asiento se encarga de hacerle perder el conocimiento golpeándole el hígado con su bastón provocándole tal dolor que lo hace desmayar.

Despierta en lo que parece una sala de interrogatorios con sus manos esposadas, gusto a sangre seca en la boca y su hígado aun maltrecho por el golpe.

Como puede se sienta junto a una pequeña mesa de metal en una diminuta habitación sin vidrios ni ventanas, una cámara que pende de la pared opuesta a él lo filma.

Mirko está realmente confundido si bien ya había estado detenido mas de una vez (siempre por hurtos pequeños) nunca con tal grado de violencia policíaca, además sabe que no ha hecho nada al margen de la ley desde hace cerca de cuatro meses por consejo de su abogado para evitar un par de años “dentro” de algún penal por reincidente. El ruido de una puerta a sus espaldas y de pasos acercándose a él lo despejan, al cabo de un instante un grupo de agentes se paran frente suyo.

_ ¿Mirko Szhuarzman?

Mirko sonríe; _ podrían haberme preguntado eso antes de traerme acá ¿no?

El agente más cercano le da un golpe en la cara con el revés de su mano:

_ ¡No te hagas el vivo pendejo! Mira que acá lo que nos falta es paciencia para los reos como vos.

La sangre empieza a brotar de la comisura de los labios de Mirko, quien sorprendido y empezando a asustarse apenas alza la voz;

- Perdón pero alguien podría decirme ¿porqué estoy acá? El agente que lo había golpeado tomo la palabra;

_ ¿Que hiciste antes de anoche?

En medio de su confusión Mirko se enfoca para recordar lo vivido la noche anterior.

_ Fui a tomar algo con un amigo en el kiosco del turco ahí en la avenida y la 28, le pueden preguntar a él, si llamen a Pablo Gómez el estaba conmigo y puede decirles que no miento.

_ ¿Así que estuviste con Pablo Gómez?, ¿y cuando fue la última vez que lo viste?

Solo uno de los cuatro agentes le habla mirando fijo a sus ojos, el resto espera a un costado agazapados como prestos a golpearlo a rabiar ante la mas mínima orden.

_ Ayer de mañana, volvimos de lo del turco, yo me fui a casa y el a la suya como a las seis y media o siete, desde entonces estuve durmiendo hasta que ustedes me despertaron hace una rato.

_ ¿Donde lo viste por última vez?

_ En las vías a la altura de la fábrica de soda que esta en la 15.

_ ¿Discutiste con el?, ¿pelearon?

_ No señor solo nos despedimos y el se fue a dormir a su casa y yo a la mía.

Mirko empezaba a asustarse realmente

_ Señor ¿le pasó algo a Pablo?

_ ¿Acaso tendría que haberle pasado algo?

El sonido de la puerta abrirse y un grueso vozarrón irrumpen en la escena:

_ ¿¡Pero qué hacen!? Ya mismo se retiran, les dije que no hablaran con el hasta que yo llegara. Los cuatro agentes se marchan rápidamente y en un segundo Mirko se halla cara a cara con un hombre de unos 40 años, que mide casi dos metros, de mirada penetrante y un tono de voz que denota su áspero carácter.

_ ¿A ver pibe que tenés para decir?

Mirko lo observa pasmado y no entendiendo siquiera que hace ahí le devuelve una mirada llena de miedo y resignación, sin embargo reprimiendo el pánico habla entre dientes:

_ No se señor..., (iba continuar cuando el enorme brazo del inspector descarga un terrible golpe contra su cara).

_Mira nene, no te hagas el vivo conmigo, decime que paso,

Mirko transfigura su semblante, su palidez termina por confundir al inspector.

_ Bueno pibe, el tema es así encontraron a Pablo Gómez, muerto momificado en un arroyo lindero a las vías del tren, como sabrás, por ser su amigo, hacia tres meses que lo estábamos buscando.

Mirko cree enloquecer,

_ ¿Como dice señor? Anoche estuve con él debe ser un error.

El oficial se volvió hacia el con una terrible violencia, lo levanta tomándolo de sus ropas por encima de la mesa y lo arroja al piso.

El joven esta aterrado, no alcanza a ponerse de rodillas cuando recibe un terrible puntapié en el estomago.

_ ¡Ah no pendejo a mi no me la jugás de loquito! Yo mismo te tome declaración hace tres meses cuando hiciste la denuncia de la desaparición de tu “amigo”.

_ ¡No se de que me habla señor le juro que yo estuve con Pablo anoche...,!.

No puede hablar mas una catarata de puñetazos en la cabeza lo deja inconsciente.

Cinco horas después despierta, totalmente mareado, en una celda pequeña muy confundido y dolorido; ¿cómo era posible?, ¿Pablo muerto?, ¿desaparecido hace tres meses?, ¿sería un error?, no era probable tal cosa, pero además, el jamás había estado en esta comisaría y no había hecho denuncia alguna, ¡por el amor de dios se había drogado con Pablo hacia cuarenta y ocho horas! ¡Era todo un absurdo malentendido!

Cerca del mediodía dos guardias lo llevan a empujones hasta una celda contigua.

El doctor Zúñiga Molinares (su abogado) lo espera sentado a una pequeña mesa rodeado de papeles, al verlo, se pone de pie y así lo espera.

Los ojos de Mirko desorbitados, rojos de miedo y de cansancio, parecen hallar reparo en la amigable mirada del letrado.

_ ¡¿Qué hiciste Mirko?!

El semblante del joven palidece bruscamente, y abriendo sus ojos interrogativamente, pregunta;

_ ¡¿Qué hice doctor, por Dios, que hice?!

_ Mirko estas muy complicado, lo mataste y no solo eso además lo momificaste, ¿por que?

Mirko lanza al aire un amargo llanto, está aterrado, confundido, entre gemidos y sollozos, le cuenta al letrado de la última noche, del dogo y de cómo había vuelto a su casa y dormido hasta que lo apreso la policía, entonces casi al borde del desfallecimiento recuerda:

_ ¡La riñonera doctor! Si, él perdió la riñonera, la tenia el dogo, si la puedo encontrar entonces sabrán que no he mentido.

Zuñiga lo mira con desconfianza;

_ ¿Me estas diciendo que hace 48 horas estuviste con Pablo y que puedes probarlo si vamos y le sacamos una riñonera a un dogo?

_ Sí.

_ No podemos Mirko, lo que me decís es imposible, por favor se sincero, vos mismo fuiste a verme hace dos meses preocupado porque había desaparecido tu amigo.

_ Entonces el turco doctor, el estuvo con nosotros fuimos a su kiosco…

Zuñiga lo interrumpe:

_ ¡El turco cerro su kiosco hace un mes!, Basta nene decime que paso en verdad si querés que te defienda.

Mirko se desploma dando un profundo respingo de desesperación, y enfurecido, toma del cuello a su abogado.

_ ¡Eso es mentira!, ¡Esto es una trampa!, ¡Sáquenme de acá por Dios!

Tres inmensos guardias ingresan al lugar y lo sacan a puñetazos conduciéndolo hasta la celda donde vuelven a golpearle hasta quebrarle un par de costillas.

Mirko se duerme inmerso en un profundo llanto.

Días después el doctor Zúñiga Molinares, abandono el caso, el Estado coloco un abogado pues nadie de la familia de Mirko quiso cargar con la “vergüenza social” qué les representaba tener un asesino dentro de la misma.

Su tía hizo una presentación ante la justicia desligándose del muchacho y por ende nadie mas quedaba como lazo sanguíneo de Mirko pues sus padres habían muerto un par de años atrás.

El joven fue analizado por unos siquiatras antes del juicio quienes no encontraron nada raro en él, por lo cual fue llevado a la corte y condenado a 53 años de prisión.

Mientras tanto en un viejo galpón junto a una chimenea, yace un enorme dogo con una arruinada riñonera entre sus dientes.

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