martes, 17 de febrero de 2009

Al Alba

Me despierto, otra vez esa sensación, (“¿por qué un día más?”), mi boca sabe a ruinas del alma, daría lo mismo permanecer tirado todo el santo día ahí, observando, imaginando formas, con las manchas de humedad del pálido techo.
La luz se escabulle a penas por las hendijas de la sucia ventana, dibujando grafías de tonalidades naranja en el placard.
Mis huesos crujen, la humedad me ataca, se ha convertido en una enemiga que se potencia año a año.
Cierro mis ojos y los abro al instante, como en un ejercicio de retratar mi alrededor, tal vez en la consecución del anhelo, de que, en un parpadear, todo sea distinto.
El rosal del patio, desprende una rama que rasguña las persianas, produciendo un chirrido que me irrita, (“tendré que levantarme”).
La pieza es un pequeño gran caos, pateo ropa y calzado desde la cama hasta la puerta.
El pasillo que une mi habitación con el baño, aun esta en penumbras, el estomago se me revuelve (“tal vez deba dejar de fumar”), en el baño la luz que deja entrar el enorme ventiluz, me enceguece.
El espejo me devuelve una imagen gris, una mirada perdida, que me hace temer de mi mismo.
El agua fría quema mi cara, me adormece la boca al cepillar mis dientes, y en su contacto con mi pelo, eriza todo mi cuerpo.
Con desgano miro la hora, voy a llegar tarde otra vez, como siempre, me detengo un instante, como intentando que la ropa invada mi cuerpo, siento el exquisito bienestar que produce la quietud cuando el mundo empuja al movimiento, pero es efímero, los músculos se me contraen y me empujan a vestirme.
El desayuno es un verdadero asco, café tibio, pan rancio, y mal humor, el día acaba de comenzar y ya deseo que acabe.
El celular me recuerda que tengo dentista a las once, mi odio hacia la jornada termina de acrecentarse, (“maldito plan dental”).
El silencio invade mi cerebro, me calma, no quiero oírme, necesito hundirme hasta el fondo y arrancar este tedio que se me ha enraizado, pero la vida son palabras, y las palabras son sonidos, que muchas veces aturden y confunden.
Afuera hace frío, el sol esta demasiado altivo para escaparle, la marcha comienza, al dar vuelta la cabeza antes de entrar al sonido, veo agonizar a las últimas gotas de rocío.

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