miércoles, 18 de febrero de 2009

PERÚ 131.(14/11/2004). (A mi gran amigo Dudi)

La luna se viste de gris, y las primeras gotas quieren escapar de una vez.
- ¡Tenés que escribir algo sobre esto!
El aroma a Caribe invade la plaza, solo unos pocos focos hacen mella en mis lagrimosos ojos, sigo preguntándome dónde se metió el placero.
- ¡Tenés que escribir algo sobre esto!
Mi mirada no puede enfocarse sobre un punto fijo, ahora caminamos, el pequeño sendero de piedras se abre justo frente a la imagen de una virgen;
- ¿A que no le hacés fuckyou?
Le hago me siento señalado por mis antepasados católicos, pero río, creo que no le puedo atinar a otra cosa que no sea la risa.
Ahora otra vez en medio de la oscura calle, parece que vuelo, no siento a mis pies y mi cabeza levita hacia un lugar más tranquilo.
- ¡Tenés que escribir algo sobre esto! Se tiene que llamar el término de la juventud en la calle Perú. ¡Gracias, sos groso!
Me miró, y vuelvo a reír. No puedo responder, divago en palabras, no pudiendo conectar al menos una mísera frase.
Quiero tomar algo que apague el fuego de mi garganta, invito con una gaseosa, pero es en vano, pareciese que habláramos idiomas distintos, o tal vez nuestros diálogos estén cruzados.
Frente a la estación de servicio caemos en la cuenta de que no podemos entrar a un lugar en ese estado, volvemos y nos acomodamos en el cordón de la vereda.
- ¡Le hiciste fuckyou a la virgen man!
Creo que no podré parar de reír nunca más. De pronto decaigo, es probable que sea la última noche, uno nunca puede saber cuando se acabará la magia, y lo gris de la vida aprovechará para dar su zarpazo final y arrinconarnos para siempre en su mediocridad.
Sigo hablando, quiero expresar mi alegría, pero solo me despacho con frases incoherentes:
- ¡El que era groso, groso en serio, era Mandela!
- ¡Te fuiste al carajo, sos un racista!
- ¡¿Qué?!
- ¡Que te fuiste al carajo!, (risas), haceme la cara, ¿Te acordás?
Mi mueca dista mucho de aquella otra, pero no importa, creo que enfrentado a un espejo me daría hasta temor.
- ¡Otra vez, dale!
La lluvia empieza a caer con fuerza.
- ¡Nos estamos mojando!
Una vez dentro de la casa creo vaciar dos jarras de agua, y sereno lo miro:
- ¿Sabés que es lo más mágico de esto?, no hay con quién compartirlo, solo vos y yo lo vamos a recordar.
El asiente, y se produce ese momento de maravilloso bienestar, ambos sabemos muy bien que es lo que piensa el otro.
El ruido del remis esperando fuera nos despeja, lo saludo;
- ¡Gracias, vos sos el groso!
Lo último que oigo antes de subir al auto es:
_ ¡Tenés que escribir algo sobre esto!

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